Si un día Solignia Pérez Torrez no tuviera que leer, sentiría que su mundo se derrumba. Es tan grande su afición a los libros, que en promedio se ha leído 400 en el medio siglo que lleva de vida.
Sol, como cariñosamente la llaman sus amigos cercanos, es aficionada al pollo frito. Además ella es una mujer tranquila, que a las seis de la mañana se levanta a leer, ya que la considera una hora altamente productiva para realizar esta actividad. Tal y como esto forma parte de su rutina, sus paseos religiosos a las cuatro de la tarde por el Malecón, también lo son, ya que diario los realiza, excepto los días de lluvia o en los que algún impertinente asunto no se lo permite.
Sol nació y creció en San Carlos, admirando el “paisaje tropical” del que fue dotado este pequeño lugar. Su primaria la estudió en la Escuela Mixta de Organización Completa de San Carlos. En esta etapa de su vida se enamoró de la lectura, habilidad que adquirió a los seis años, y que desde entonces nunca dejo de practicar.
Creció con cinco hermanos, de los cuales dos son varones y las otras tres mujeres. Siempre ha tenido a su lado a su mamá, pero no a su papá, con quien ella asegura tuvo una “mala relación”, y que solo estuvo presente los primeros cinco años de su vida. Era una niña aficionada a jugar con palometas, trompos, chibolas, yoyos pero no con muñequitas. Como buena san carleña desde niña sabe pescar.
Desde los 14 años inició a escribir poesía. Sus primeros poemas eran románticos. El título de uno de los primeros fue Pies Descalzos. La inspiración de los primeros poemas de amor era “algún chavalo”. Los primeros libros que leyó fueron los típicos de la primaria, eran cargados de anécdotas. El empujón para que empezara a dedicarse a la poesía fue escuchar un poema que escribió un compañero de tercer grado, porque en esos tiempos era impactante escuchar algún poema escrito por un niño.
Imaginación, ambiente y amor
El tiempo pasa y los ideales cambian, o al menos eso paso con Sol que decidió dejar el mundo de la poesía, para sumergirse en el de la novela. Su sueño paso a ser el crear una novela, para la que se preparó leyendo, pues “como han dicho los grandes maestros: ‘a escribir se aprende leyendo y escribiendo’”.
Por esto ella tomó el consejo al pie de la letra y no dudo en armar su arsenal de literatura, en el que sobresalen nombres como el del señor Gabriel García Márquez, de quien le impacta “que de una historia sencilla, te puede crear un mundo”. Otros nombres de su lista de maestros son Mario Vargas Llosa y Julio Cortázar.
Sol es una mujer que deja volar mucho su imaginación, pues ella percibe a las garzas como “mujeres con historias interesantes que nos ha guardado el río”. Estas se reflejan en gran parte de su libro Aztal: Las guardianas del río.
Aztal es su primer “novelita”, en la que ella muestra su amor hacia el medio ambiente de Rio San Juan, que actualmente se deteriora a pasos agigantados. Algo que es innegable, es su imaginación a la hora de describir múltiples paisajes en esta.
Ella afirma que la inspiración para su novela, la consiguió a través de sus paseos diarios por el malecón, para observar el paisaje que rodea al misterioso rio que siempre ha captado su atención, y a las garzas que son parte principal de Aztal. Se inspiró del rio, debido a su aferrada creencia de que “el río guarda muchas historias que deben ser contadas”.
Ella dice que no tiene un estilo definido de escritura, pues ella no describe a su novelita con uno. Ni siquiera se atreve a describirlo como uno derivado de los múltiples autores que lee, pero si supone que inconscientemente alguna marca de ellos tendrá.
La Chochada… Un amor del bueno
Sol es una mujer sin marido y sin hijos, porque “quizá nunca me preocupé por esa área de mi vida”, pero riendo afirma no sentirse frustrada por eso, y que tampoco se identifica, con la típica imagen de que una mujer soltera, es una mujer amargada. Los que la conocen afirman que en su juventud nunca fue a una fiesta, pues ella siempre prefirió los libros.
Chochada, es su perrita y compañera de paseos por el malecón, la tiene desde hace cinco años y llegó a su vida por una causalidad; pues ella les tenía terror a los perros antes de la Chochada.
Alegremente, ella cuenta que La Chochada era de una amiga francesa de ella que vino a San Carlos, pero que cuando su amiga se tuvo que ir de regreso a Francia, le dejo a ella la Chochada. Desde entonces la Chochada está allí para interrumpirla cuando lee, para darle cariño y para cada que pueda estar con ella. También recuerda que el nombre de Chochada, lo escogió su amiga porque esta era su palabra nica favorita.
Una garza que el río dejo en San Carlos
Sol con medio siglo de vida afirma que hay muchas cosas que han cambiado en ella, desde su juventud hasta la actualidad. El momento de escribir favorito en su juventud era “cuando llovía, porque las tardes se sienten nostálgicas, (…) me gustaba el sonido de las gotas, el olor a tierra mojada” ahora prefiere escribir “los días soleados”, porque le transmiten mucha energía.
Ahora, con camino recorrido, sigue disfrutando de la lectura, que más que amarla es su pasión, tal como lo es el escribir. Pero también disfruta de escuchar música según su estado de ánimo, las clásicas para relajarse y las “más alegres” para los días que hay que celebrar. Las salidas con amigos a reír un rato, actualmente son muy importantes para ella.
Entre sus proyectos tiene el sacar un libro de lectura para niños, pues ella quiere fomentar este hábito en los pequeños, porque con la tecnología y otras distracciones cada día se practica menos en San Carlos, ella quiere ser la garza que enseñe a leer a los niños de San Carlos.
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