Las cartas comunes de los agricultores se convirtieron en apuestas poco rentables desde que el clima ha transformado la escena mundial. Los patrones de las nubes, la temperatura, los trinos de los pájaros no son suficientes para predecir un invierno copioso, sin embargo, los pronósticos y simulaciones alertan futuros problemas, que a largo plazo, son capaces de intensificar sus efectos y desequilibrar desde el florecimiento de un árbol hasta la desaparición de lagos. El Niño y la Niña, los reyes de la meteorología y del desorden del clima.
En 1998, Frente a la Costa Caribeña de Centroamérica, el poderoso Huracán Mitch irrumpió la era drástica del cambio climático con récords: rápida intensificación, hasta llegar a la categoría cinco, además la fortaleza de mantenerse en las aguas cálidas del atlántico. En su hospedaje en Centroamérica durante una semana, causó la caída de 800mm de lluvia, Según los registros del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, cantidad de agua que tarda el invierno en dejar durante seis meses en áreas del Pacífico. No es en vano que El Niño de 1998 desatara el cataclismo.
La capacidad de prevención temprana no es efectiva sin influir a tomar medidas a largo plazo para mitigar los daños, pues, los datos anticipan , pero un fenómeno llega a ser poderoso y modificar el panorama.En 2010, el Lago Xolotlán superó la crecida de 1998, el nivel registrado al primero de octubre fue de 42.65 metros sobre el nivel del mar, Según recopilaciones del MARENA. La Niña, la autora directa del exceso.

El lago Xolotlán en 2010, desapareció asentamientos, las inundaciones lograron tapar bajo agua casas y costa. Foto LA PRENSA Manuel Esquivel
La garantía de la normalidad invernal es una seguridad del pasado, las escenas de lodo y el agua tosca linchando paredes y latas, sumergen en el peligro a los asentamientos más pobres, condenados socialmente a convivir en las llanuras fangosas, las eternas favoritas de los aluviones. Un año antes, en 2009, El Niño tornó incandescente el clima, la regularidad y fuerza de la lluvia amainó el verde de los pastos y secó gran parte de la cosecha, Según la Agencia de Meteorología de Australia, El Niño aumentó la temperatura del oceáno Pacífico entre uno y tres grados celsius. Dos polos opuestos colisionaron y desnudaron lo impredecible: la severidad de los eventos.
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