En la casa y taller los artesanos aprenden de sus padres y abuelos. En el caso de Pascuala Jiménez, tuvo ocho hijos que crecieron de la misma manera que ella lo hizo. Seis optaron por continuaron con las artesanías mientras que los otros dos prefirieron ser albañiles.
El trabajo de artesanos es heredado, los conocimientos son transmitidos de generación en generación. Pero algunas veces se rompe la tradición como sucedió con uno de los hijos de Pascuala donde la decisión fue vista como algo un raro, “no sé por qué no les gusto este trabajo tan bonito” dice sonriendo.
Para los que trabajan el barro crear la artesanía es un trabajo que aparte que les gusta, es un buen modo de subsistencia. El trabajo es apreciado y admirado por los compradores extranjeros y nacionales en ferias según Rosendo Martínez, artesano del lugar, lo que les provoca satisfacción por lo que hacen.
Ellos se sienten orgullosos al ser tomados en cuenta como en el caso de José Bracamonte que ha sido reconocido por el ministerio de la cultura. Él ha participado en exposiciones en Rio San Juan y Matagalpa.
Ver también: